Cuando empiezo a pensar en cómo preparo mis clases y me organizo mi programación, me doy cuenta de qué casi siempre tengo en mente el grupo de alumnos a los que va dirigido, pero no siempre pienso en la tarea final que han de realizar, más bien en como puedo enfocar los objetivos a través de una serie de actividades con las que se encuentren cómodos y disfruten. La tarea final suele aparecer en mitad del proceso de la unidad didáctica, porque antes me gusta ver el nivel de implicación de mis alumnos, y qué es aquello que más les interesa. En algunas ocasiones he querido realizar actividades finales ya planificadas desde el principio, y al final resultaron poco atractivas para mis alumnos, ya que en la mayoría de los casos no tienen más de 16 años, y su gustos son muy diferentes a los que yo pueda creer.
Me han gustado varios aspectos de la unidad, principalmente aquellos que trabajan con contenidos y objetivos, y especialmente con las diferentes categorías que encontramos dentro de ellos.
De ahora en adelante estoy seguro que intentaré comenzar con el tema y la tarea final, pero seguramente que a partir de la segunda o tercera unidad, una vez que haya conocido a mis alumnos.
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